Cada fashion week, los diseñadores presentan al mundo sus “nuevas propuestas” ostentadas como originales pero siempre habrá quien pueda develar la verdad sobre los diseños.
Y @diet_prada se ha encargado de hacerlo. Muchos son los casos que se han expuesto en redes sociales, donde cada temporada diversos diseñadores presentan en sus colecciones algunas prendas “inspiradas” en algún diseño anterior ya sea de su propia autoría o lo que es más común, lo propuesto por otro diseñador.
Pero, si analizamos las piezas presentadas, comparándolas con las piezas en las que se “inspiró” el diseñador al momento de crear su colección, en ocasiones pareciera que lejos de hacer una exaltación a la genialidad presentada en un diseño anterior integrándola a un nuevo producto, se limitan a elaborar réplica donde se modifican elementos mínimos y se lanza al mercado como un producto original de quien lo presenta; vaya, como cuando te pasan la tarea y tu solo cambias el formato del texto y el nombre en la portada.
En este orden de ideas, podríamos afirmar que la copia es una práctica deshonesta que debería ser sancionada pues desincentiva la creatividad, sin embargo la realidad es que esta misma práctica es la que detona la circulación de ideas en el ciclo de tendencias.
La teoría del ciclo de tendencia indica que los bienes de moda son bienes posicionales mismos que se caracterizan porque su deseabilidad crece en tanto alguien lo posee, pero consecuentemente decae cuando más lo poseen. Estoy segura de que alguna vez has visto la famosa película “The Devil wears Prada”, ¿recuerdas la escena donde se comparan dos cinturones y alguien comenta que son muy similares entre sí pero Andy ríe por que al parecer para ella son iguales? Ahí, Miranda Presley se encarga de darle cátedra de la diferencia sustancial entre ellos y explicarle cómo se mueve el mercado de la moda. Ese diálogo es un ejemplo perfecto de dicha teoría.
Esto es algo que hemos visto una y otra vez cada temporada, donde se presenta una propuesta misma que posteriormente marcará una tendencia que será copiada por otros diseñadores siendo así llevada a las masas, sobresaturando el mercado y perdiendo el elemento de exclusividad que buscan mantener las conglomerados de high fashion, es ahí donde la tendencia muere y deja espacio a una nueva tendencia.
Considerando lo anterior, la copia ya no pareciera ser tan nociva para la industria de la moda pues los diseñadores dependen de dicha práctica para generar una obsolescencia que genere la necesidad en el consumidor de adquirir las nuevas tendencias y, por ende, ganancias a los diversos sectores económicos involucrados en la moda. De ahí que la legislación en materia de propiedad intelectual permite ambigüedades en la protección de los diseños de moda, pues un marco legal rígido no permitiría ningún tipo de inspiración.
Ahora, ¿será que solo a través de la copia puede generarse la motivación para crear nuevos diseños? Yo creo que no. Se pueden crear prendas originales, incluso haciendo uso de elementos propuestos con anterioridad mientras se le impriman las características de novedad y distintividad que eviten la comparación obvia con el o los diseños de inspiración. En un mundo globalizado, donde se tiene acceso a todo tipo de información de distintas partes del mundo en segundos, puede no ser fácil encontrar algo inédito, pero no se trata de encontrar el hilo negro, se trata de ampliar nuestra concepción del mundo y ofrecer una visión muy personal del mismo que se plasme de manera palpable en nuestras creaciones.
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