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Yanesty Reta

I’m not your moodboard: Let’s talk

Escrito por Yanesty Reta

Ilustrado por Lorena de la Garza



De apropiación cultural hasta trabajo forzado, la industria de la moda ha encontrado una forma de ser el centro de atención, desde el punto negativo en los últimos años. Con las redes sociales en un estado de boom, se ha visto expuesta a un constante ataque por usuarios de internet, quienes buscan hacer conciencia y cargar responsabilidades. A pesar de que se encuentra en la mira, debido a los issues que salen a la luz en las plataformas sociales; esta no ha buscado evitar los problemas al dejar de ser participe en ellos, sino que ha sido parte desde un rincón oscuro con la esperanza de no ser atrapada.


Con algunas problemáticas acaparando la atención de la mayoría de los usuarios y consumidores, es fácil pasar desapercibidas, que aunque no son menos importantes, son consideradas menos alarmantes. Este es el caso del plagio por parte de grandes marcas de moda; problemática que aunque suene nueva, ha sido parte de la mayoría de la historia de esta industria. Este tipo de situación se presenta de distintas formas y bajo múltiples nombres, excepto el que corresponde: PLAGIO. Desde internships donde estudiantes presentan ideas de colección, hasta concursos para undergraduates. La industria ha sabido cómo aprovecharse de los aspirantes que buscan ser parte de esta comunidad, tan exclusiva y elitista.


Con la demanda de mejores ideas y una búsqueda de inspiración constante por parte de grandes marcas, los estudiantes o aspirantes de moda, no son los únicos que se enfrentan al plagio; artistas y diseñadores poco conocidos son una fuente común, a la que la industria recurre para realizar una copia. Esta situación se presenta en un caso de plagio por parte de Balenciaga a una estudiante de moda, la cual había estado en contacto con un reclutador de talento de la marca y había compartido sus proyectos como una muestra de talento. Todo inició por medio de una publicación de instagram, donde la marca presenta una motocicleta cubierta de prendas, una publicación aesthetic y sin descripción. La publicación no tardó en ser vista por la diseñadora vietnamita Tra My Nguyen, quien reconoció la esencia de su trabajo en una publicación, que no era suya y sin crédito alguno. A pesar de que Nguyen ha expuesto la situación, Balenciaga niega haber realizado plagio, por lo que la situación sólo se agrega a una creciente lista de plagios sin aceptar por parte de la marca. El plagio en la moda se ha convertido en una epidemia creciente, que ha afectado a diseñadores, estudiantes y artistas, de los cuales unos han conseguido exponer a marcas y otros han adquirido atención, pero muy pocos han obtenido justicia para su trabajo.


La realidad es que las acusaciones de plagio, no parecen ser una amenaza tan relevante o importante para las grandes marcas de moda. Parecen entender que no tendrán consecuencias significativas, mientras apelen a que existió otra fuente de inspiración y que no conocen el trabajo de quien afirma que se realizó plagio. Esta situación mientras que no deja repercusiones para las marcas, las deja para las víctimas creativas, ya que a estas no les queda de otra que ver cómo lucran con su trabajo y esencia creativa. Tal vez es momento de que la industria recuerde que “imitation is the sincerest form of flattery”, es solo una frase común y no un lema a seguir.


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