Ir a una tienda pensando que se tiene una talla y no es así puede tener un impacto psicológico negativo en el consumidor. Por lo que en los últimos años se ha buscado la estandarización o unificación de tallas, ya que además de afectar las ventas al causar confusiones o devoluciones se le brindaría una mejor experiencia al consumidor.
Sin embargo, hasta el momento cada tienda y país tiene su tabla de medidas o tallaje. Esto provoca en las personas la insatisfacción o el rechazo del propio cuerpo al tener ese cambio de tallas ya sea mayor o menor en cada tienda o país.
Tristeza, frustración, enojo o culpabilidad son algunos de los sentimientos que suelen tenerse cuando una prenda que deseamos ponernos no entra en nuestro cuerpo, no nos queda o no nos vemos como el maniquí o como imaginábamos vernos, sin pensar que esa prenda puesta en el escaparate está ajustada con pinzas para poder verse de la mejor manera y la compremos. Para que no se vea afectada la autoestima de cada persona, se debe estar conscientes de que esa etiqueta con un número o una letra no debe influir en la percepción o confianza de sí mismos. En ese momento lo primero que corre por la cabeza es realizar lo más rápido posible una dieta y rechazar el cuerpo que se tiene, lo que en situaciones graves especialmente en adolescentes, los cuales están en una etapa vulnerable y puede llevar a trastornos alimentarios por la baja autoestima y la falta de autoaceptación.
Por esta razón el mercado de tallas grandes y las marcas inclusivas han tenido un gran impacto el mercado, asimismo se han creado movimientos como “Body positive” para empoderar a las mujeres y hombres de talla grande y abogar por la aceptación de todos los cuerpos sin importar la capacidad física, tamaño, género, raza o apariencia. Una de las celebridades que se ha unido a este movimiento es Chantelle Brown-Young, actualmente es una de las modelos más prestigiosas de los últimos años y que triunfa en las pasarelas teniendo vitíligo dando un ejemplo de amor propio y que todo se puede lograr sin importar la apariencia.
Pero no solo son las tallas grandes los afectados sino también la contraparte, en lo personal he tenido que enfrentar las críticas de las personas que me recuerdan siempre que estoy
muy delgada y debo comer más sin saber que como lo suficiente y lo que mi cuerpo necesita. El probarme ropa y que no me quedé me ha causado frustración pero con el tiempo he entendido que no soy yo, que no es mi cuerpo el culpable. Queda claro que somos más que un número o una letra que viene en una etiqueta sin importar cual sea.
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