Seguramente al pensar en la palabra “moda”, el little black dress, los stiletto heels y las supermodelos son lo primero que viene en mente; estos símbolos, aún siendo estereotipos, reflejan que la mujer representa un factor de gran presencia e importancia en la industria de la moda. Sin embargo, actualmente pese a la reputación de ser una industria orientada hacia las mujeres, estudios como The Glass Runway, llevado a cabo por Glamour y The Council of Fashion Designers of America, demuestran que sigue siendo dirigida en su mayoría por hombres.
En los últimos años se ha cuestionado el por qué no hay más mujeres diseñando womenswear, por qué nuestro trabajo no obtiene más reconocimiento y por qué no se nos ve representadas en posiciones de liderazgo y poder. Bueno, esto se debe a la inequidad de género que continúa afectando a la industria en la actualidad.
De acuerdo a The Business of Fashion solo alrededor del 14% de las marcas líderes en womenswear son dirigidas por una ejecutiva. Además, pareciera que la mujer diseñadora está destinada a una batalla que nunca acaba en donde sus piezas comúnmente se posicionan como wearable y practical en contraste con la crítica hacia diseñadores cuyas prendas son más probables a ser descritas como groundbreaking e innovative.
A lo largo de la historia tanto hombres y mujeres hemos diseñado para “ellas”, teniendo una gran diversidad de estilos, formas, inspiración y propósitos en las propuestas que sin duda difieren cuando caemos en cuenta que el diseñador piensa comúnmente en qué le gustaría que una mujer idealizada vistiese, mientras que la diseñadora tiende a tener un enfoque que empatiza más con quien porta sus prendas y eso regularmente fortalece la fidelidad con la marca como respuesta del consumidor.
La duda de por qué sigue sucediendo este problema ha dado pie a que la industria comience a mostrar más interés en las mujeres dentro de ella, como Clare Waight Keller, Stella McCartney, Virgine Viard o Sarah Burton. Diseñadoras que han demostrado continuamente en las pasarelas la necesidad de las mujeres de romper con estos cánones únicos normalizados por nosotras y dictados por el punto de vista masculino. Es tiempo de deshacernos definitivamente del estereotipo de la mujer en la industria de la moda, incluso de la romantización del empoderamiento femenino vista por el ojo del hombre y diseñar para la mujer real y contemporánea.
Si bien estudios y estadísticas demuestran la presencia de prácticas y tratos de naturaleza machistas en las grandes capitales de moda, hoy en día las diseñadoras mexicanas no sólo afrontan el reto de poder posicionar su marca, sus diseños y trabajo fuera del estereotipo folclórico que envuelve al país, pero también se enfrentan contra el machismo presente en la misma cultura mexicana que tiende a hacer menos su capacidad, generando así una creciente fuga de talentos.
Como mujeres, tenemos que sacar de nuestras creencias y comportamientos las reglas de la masculinidad débil y obsoleta del pasado, dejar de creer aquel estereotipo de “que la mujer no tiene la suficiente autoridad para ocupar altos cargos”, “que necesitamos la guía y protección de un hombre macho” y de esta manera poder reescribir de la manera más pura nuestro propio punto de referencia de la mujer en el mundo de la moda y el diseño. El mundo está escuchando, recordemos nuestra presencia e importancia. Hacer ruido ya no es suficiente, tenemos la atención... ahora hay que tomar las riendas y exigir lo justo.
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