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Sofia Santos

Sublime y social

La moda no tiene un objetivo predispuesto, cada uno de nosotros se lo crea. Lo sublime y lo social son los dos fines extremos en la misma industria, que se puedan llegar a converger pero son mantenidos alejados ya que parece que uno no puede ir de la mano del otro. Los diseñadores buscan crear sentimientos o emociones en el público, ya sea por medio de piezas hermosas y perfectas, que al verlas causan asombro y dejen una imagen en la mente de algo imposible que fue logrado, o por el otro lado, provocar ideas y nuevas emociones, más allá de la misma pieza, de cualquier situación que puede ser muy cruda o incómoda; y ambos objetivos son aceptados.


En los últimos años, se ha hecho más grande la línea entre los diseñadores que buscan una belleza pura y aquellos que buscan crear piezas desde su experiencia o su entorno. Han empezado a surgir nuevos diseñadores que buscan romper barreras como Ludovic de Saint Sernin que busca explorar las facetas de la sexualdiad masculina, para llegar a revolucionar a la comunidad con solo verlo; poco a poco encontrando el punto medio entre la belleza, que es importante en la industria de la moda porque eso es lo que vende, y la parte revolucionaria, que se convierte en la misma esencia del diseñador.


La moda se ha convertido en un monstruo gigante en la sociedad, donde cada persona puede encontrar un diseñador que hable su propio lenguaje y que se apegue a su filosofía de vida, aquí encontramos un punto de partida tanto para el consumidor como el diseñador: qué es más importante, ¿diseñar con una función, mensaje, o con belleza por excelencia?


Es una disputa compleja pero con una respuesta simple, hay lugar para ambos. La sublimidad en la industria de la moda es importante para todos, siendo algo difícil de lograr porque se necesita una meticulosidad y un sentido de gusto muy perfecto como lo hace Kate y Laura Mulleavy de Rodarte que borran la línea entre piezas de arte y la moda propia. Mientras que del lado social, hay mucho más que ver, ya que la pieza puede ser lo más sencillo posible pero el trasfondo es grande, cada decisión está tomada con una justificación cargada de emociones y sentimientos que el diseñador quiere que los demás sientan al solamente ver su pieza, no solamente busca que sus piezas sean bonitas sino que trascienden, un ejemplo claro de esto es la diseñadora Grace Wales Bonner que crea piezas masculinas inspiradas en una estética africana y europea, que tienen como objetivo poner en jaque convenciones sobre el sexo y la raza.


Crear moda no tiene un solo fin, es por excelencia el punto medio entre lo sublime y lo social, cada pieza puede ser una revolución; porque no es moda si no tiene el elemento de belleza y provocativo. El diseñador que logre conversar perfectamente estos dos puntos lograra crear prendas que muevan a las masas, más allá de un vestido bonito de temporada, prendas que griten sus mensajes y abran el panorama de todos para ver más allá de nosotros ellos mismos.


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