Escrito por Sofía Ferrer
Ilustrado por Teressa Medina
Hi pretty!
El tiempo en casa el último año no sólo ha significado un highlight de vida para nuestros fur-real friends. También ha sido una oportunidad para reflexionar y abrir una de las conversaciones más confrontantes, con aquello que es tan revelador, como la canción que escuchas on repeat: tu guardarropa.
Entre las tendencias que se han desarrollado durante este tiempo en cuanto a belleza y moda, predominan temas como amor propio, skin care y salud mental, resultando en una narrativa de celebración de la individualidad that we all stan (right?). Sin embargo, el impacto de esta love bomb en nuestro día a día se pone a prueba cuando el momento de volver a la tan añorada “normalidad” se ve cada vez más cerca y sin filtro.
Si bien es cierto que la representación de diversos cuerpos, skin conditions, etnicidades, etc.; como lo vemos hoy en día en los medios, ha sido acogida gradualmente por la industria, quizás ahora sea tiempo de aprobar en el espejo, lo que tanto exigimos a los gigantes de la moda.
Hasta cierto punto, el aislamiento limitó la forma de ver y experimentar el mundo a nuestros smartphones; lo cual ha dado oportunidad a una gran variedad de usuarios para compartir su proceso en búsqueda de estilo y optimización de armarios. DIYs, thrifting, style tips, técnicas para reamar tus prendas, son sólo unos cuantos temas de interés en una comunidad, que busca inspirar a otros a ser su truest self. Aun así, es imposible ignorar que esta ventana a la “realidad”, también ha traído consigo efectos que han generado una distorsión de lo auténtico.
Curated feeds, facetune y filtros “naturales” son protagonistas en redes junto con imágenes de figuras esculturales, maquillaje sin textura y piel radiante sin rastro alguno de “imperfecciones” o poros (by a good skincare routine… yeah right); las cuales para propósito artístico son increíbles. El problema surge cuando esto no se especifica, pasa a ser percibido como real e incluso, a convertirse en un modelo aspiracional que desata “nuevas” problemáticas relacionadas con la imagen personal, debido a que la figura en el reflejo y la pantalla nunca coinciden. Esto solo se agrava con el hecho que a causa de la interacción vía remota, las personas se encuentran obsesionadas con su imagen, ya que se autoanalizan todo el tiempo.
Tal parece que los trolls de la vieja industria han encontrado (de nuevo) una forma de monetizar la vulnerabilidad y medir la calidad, tanto del individualismo como del amor propio; si no es glass skin, seguro es porque no cuidas tu piel… Lies! Aman las curvas, pero no con rolls, stretch marks ni celulitis… Plastic much? En si, “tu cuerpo virtual está de moda, mas no tú”.
Por suerte hay creadores de contenido que desafían estos estereotipos y prácticas de exclusión utilizando su voz para hacer de la moda una experiencia real, accesible, así como divertida para todos.
Entre ellos se encuentra Denise Mercedes (@denisemmercedes), quien junto a su mejor amiga creó el movimiento #stylenotsize, donde ambas generan videos luciendo el mismo look en body types opuestos. Su misión es desmentir el mito que designa ciertas prendas a cuerpos específicos y ha tenido una gran aceptación con 1.1M de seguidores en IG.
Así mismo, Priscila Arias originaria de la CDMX y creadora del blog La Fatshionista es otra gran referencia. Desde 2015 su proyecto ha evolucionado y crecido, hasta convertirse en un verdadero impulsor de moda curvy en México. Mediante piezas de contenido llenas de humor y honestidad Priscila desmiente los tabúes de diversas prendas, alentando a una comunidad de más de 1 millón de seguidores a dejar el miedo, amar su cuerpo, atreverse y así contribuir a eliminar las barreras y estereotipos de nuestra sociedad.
La relevancia de figuras como ellas es decisiva en el discurso que escogemos tomar como verdadero, no solo acerca de la ropa sino de nuestros cuerpos, mediante estándares que cada quien declara a través del contenido que se consume en medio de filtros, retoques y colaboraciones pagadas, que posiblemente no tiene interés genuino por el impacto que generan al consumidor.
Las prendas que portamos y nuestro cuerpo tienen una correlación íntima, ya que estas son nuestra segunda piel la cual nos protege, nos permite expresarnos sin necesidad de hablar y muchas veces nos empoderan para enfrentar un nuevo día. Por ello, el ser fieles a quienes somos, siendo conscientes de la manera en la que lucra la industria, puede marcar la diferencia en cuanto a la estabilidad de nuestra salud mental y emocional.
La conversación descrita al inicio toma lugar aquí. La pandemia trajo cambios a nuestro estilo de vida, que quizá nuestro cuerpo y armario resienten. Te invito a realizar esta dinámica en conjunto con todos los lectores para finalmente hacer las paces con nuestras prendas.
Un guardarropa puede ser muy amplio; por lo tanto, iniciemos con una pieza versátil y timeless: denim jeans (mom jeans, skinny jeans, etc., incluso jorts funcionan).
Lo que haremos es muy sencillo y depende de ti que tan profundo llegue a ser. Primero, toma los jeans en tus manos; puedes cerrar los ojos. Segundo, acercarlos a ti, respira y agradeceles; Marie Kondo style. No te preocupes si te sientes rarx haciéndolo, te aseguro que hay más personas abrazando sus jeans en este momento. Tercero, decide si se queda contigo o no; repite con más prendas.
Date la oportunidad de redescubrir tu estilo post pandemia, quedándote con lo que se siente bien y dando un nuevo uso o dueño a lo que ya cumplió su propósito. El estilo y gustos cambian adaptándose a ti, tus experiencias, incluso tus ambiciones. No hay nada más groundbreaking o stunning que alguien que reconoce la belleza en el cambio, lo imperfecto y el individualismo en una sociedad controlada por la ilusión de la perfección.
P.D: Happy jean hugging...
Avec amour, Sofía Ferrer
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